Jardines


Ha llegado la época de preparar la tierra, plantar bulbos, sacar los hierbajos de ese rincón abandonado. En esta espoca de crisis hacemos el tiempo nuestro. Yo, tocada aún por los planes que no acaban de salir, me he propuesto, entre otras ocupaciones variopintas, volver a dar vida a un jardín olvidado. 
La imagen de jardín me remite a un lugar de paz, alejado de los problemas donde con las uñas negras y las rodillas algo doloridas va una sintiéndose mejor y mejor: ahí los iris, después narcisos y gisantes de olor... La tierra removida parece suspirar alviada a los rayos de sol después del seco verano, se va volviendo esponjosa y fértil. Un lugar donde, ¡por fin!, llegué a escuchar la risa de mi familia.

Volví a ese lugar animada por tres libros olvidados de la biblioteca de mis padres que leí en cadena y un blog precioso El jardín de Villa Excélsior que rebosa de sensibilidad y añoranza de lo que un día fue. La villa fue imponente como lo debió ser su jardín, espero que la administración asturiana se haga cargo de esta pequeña joya para el disfrute de todos.

Después, los libros. Empecé por un canto al filantropismo con una historia de Jean Giono sobre  un pastor que tenía como afición sembrar árboles hasta que convirtió un lugar árido en unos magníficos bosques.
 

El jardinero fiel de Clarissa Pinkola Estés es la historia de su tío húngaro que preparó la tierra destrozada por la construcción de una autopista para que por sí sola atrajera las semillas que la convertirían otra vez en bosque. ¡Me hubiera gustado tanto sentarme a escuchar sus cuentos!


Por último El jardín secreto de Frances Hodgson Burnett, escrito en 1910 es una bonita metáfora de la fuerza de voluntad y de la amistad desde la mirada de la infancia. Una historia dulce pero que parte de una tragedia.



Acabo con la letra y el vídeo de un clásico de los ochenta de Radio Futura:

La estatua del jardín botánico

Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño.
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación.
Esperando un eclipse me quedaré.
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas.
Dibujando una elipse me quedaré
entre el sol y mi corazón.
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas.
Y he aprendido a esperar sin razón.
Soy metálico en el Jardín Botánico.
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua.




Comentarios

  1. Te comento en esta entrada como podía haberlo hecho en cualquier otra. He elegido esta para darte las gracias por mencionar mi (nuestro) blog dedicado a Villa Excélsior. Y por lo de los jardines: mi jardín, este bosque humano, el sagrado de los monstruos de Bomarzo, el jardín secreto de Judy Collins... Sí, soy un cursi.
    Me gusta tu blog por varias cosas. Además, un blog que dedica una entrada a Jeff Buckley para él solito, ya merece toda mi atención.
    El blog del jardín de Villa Excélsior es solo (¿solo?) eso, el blog de la villa, por mucho que me haya dejado mío allí. Pero yo me muevo, más a mi aire, por otros jardines de los que ya te daré referencia. Gracias por tu visita otra vez y un beso.

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  2. Gracias a ti Zanobbi. Acabo de ver las fotos de Bomarzo,¡qué lugar para perderse!

    Espero mapas para entrar los jardines secretos.

    Un abrazo

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  3. http://miradadisplicente.wordpress.com/

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